martes, 2 de agosto de 2011

JOSE PESCUEZO





En estos días pasados, falleció José ¨pescuezo¨ Casanova. Dentro de sus dones se contaba el arte de bailar magistralmente la burra, con la burra y a la burra. ¿Otra vez la burra al trigo?, y allí estaba el. ¿Que le parió la burra?, y salía José pescuezo. Posiblemente fue amamantado con leche de burra o lo bañaban de muchachito como Cleopatra en ese lácteo liquido.
José pescuezo se vestia de mujer, se colocaba una peluca y se pintarrajeaba para festejar: en los días de carnaval,… en las fiestas de la santa Cruz de Guasduas,… y cuando le daba por parrandear y bailar su burra. Dejaba cualquier cosa por este, su arte escénico popular de calle. Se cuenta, entre sus muchas anécdotas, que una de esas tantas veces, tenía tres días emparrandado con su burra. Su patrón, un libanés, al que le estaba realizando un trabajo, no veía a José desde hacían días. Se fue el libanes más caliente que preocupado, de Cumanacoa para Arenas, a saber de el, ya que le había adelantado dinero como parte del contrato de la obra. No conocía la casa donde vivía José, ni de su ¨extraña¨ afición. La única manera, se dijo, seria preguntar en una de las bodegas del pueblo y,… así fue como entró en la bodega de los Ortiz. En la puerta se tropezó con un personaje pintado de todos colores, vestido con un atuendo de mujer estrafalario, muy folklórico, que bailaba, dentro de una muñeca de un raro animal parecido a un asno, con una soltura,… una música, que daba gusto. Preguntó casi a gritos por José Casanova y nadie le daba razones, mientras, el bailador hacia de las suyas, entre el jolgorio y risas de los presentes. Sacándole cuadro y bailándole alrededor, el mismo José le dijo: ¨¡Yo lo conozco!. Se donde vive y si me brinda una cerveza y se toma una conmigo lo llevo hasta donde el¨ . El libanes, que no aguantaba dos pedidas aceptó, y así se tomaron una,… dos,… tres,… cuatro y a la cuenta que se perdió la cuenta y las horas, el libanes estaba borracho y ni se acordaba a que diablos había ido al pueblo. ¡Y baila que baila. Y palo y palo!.
Cuando el libanés se recordó, era el amanecer del otro día y se encontró tirado en un petate en la habitación de una casa desconocida. Su laguna mental y moral era mas grande que la de Campoma. Se levantó, vestido como estaba, saliendo desconcertado a toda prisa del cuarto. Encontró en la salita a José Casanova, con la mujer y los hijos, sentados tomándose un guarapito, quien después de darle los buenos días, le ofreció gentilmente una taza. Perplejo aun y muy avergonzado le preguntó: ¨ José,…¿ cómo llegué aquí, hasta su casa? ¨. Y José le respondió: ¡A pues Sr. pues bailando con ese animal!. Señalando a la burra que reposaba en un rincón. ¡ y eso baisano. que todavía no se ha visto usted en el espejo!.
¡Que en paz descanses José Casanova!. Dicen que en su epitafio reza: ¡ Nojoda, ni que me tranquen la burra!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario