martes, 12 de julio de 2011

YAVELIN




Corrían los años 70. En la poca variedad de carros deportivos de moda como el Mustang y el Camaro, salió uno de competencia en el mercado llamado Yavelin. Un vehiculo, con un poderoso motor 360, 8 cilindros, que de una sola choleada dejaba sin gasolina hasta la Bomba de Arenas.
Pedro Rafael Rodríguez, chofer del autobús del central Azucarero, muchas veces montó a estudiantes, pasajeros y amanecidos de parrandas, dándoles la colita en su rutina de llevar y traer a los trabajadores de la empresa azucarera, que habitaban las diversas poblaciones: Quebrada Seca, Rio Arenas, Arenas, y de las otras localidades, en los diferentes horarios. Siempre se anotaba en una paradita en Cumanacoa, en cualquiera de las ventas de rifas que se ofrecían en una casa de estos juegos azar. Un día compró un boleto de rifa donde el premio era un Yavelin último modelo, y sorpresa,… SE LO GANÓ. Un hermoso Yavelin azul dos puertas full equipo. La familia, los vecinos, los amigos, el pueblo, celebraron el afortunado e inusual acontecimiento. Unos días después, un Dr. llamado familiarmente Geño, natural de Arenas, al ver el Yavelin se enamoró del carro. No tenía para comprárselo y le propuso una permuta, o sea un trueque de su vehículo, un Ford Galaxie nuevo por el Yavelin, abonándole a Pedro Rafael además cierta cantidad de dinero. Pedro Rafael aceptó la oferta y se quedó con el Galaxie 500 color rojo y con la diferencia a su favor ofrecida.
Con este flamante vehículo familiar Galaxie Pedro Rafael se fue con su tropa a pasar un fin de semana en Caracas. Aficionado al Beisbol y fanático del Magallanes al día siguiente, ya en Caracas, por la noche, jugaban los eternos rivales en el Estadio Universitario. Consiguió comprar los boletos, y cayendo la noche se fue a ver el juego con la familia. ¡El estadio lleno!. Con todo y las incomodidades, disfrutaron por demás el juego. Además que ganó el Magallanes. Al salir, entre el desorden y los empujones de la gente por desalojar el Estadio primero, al fin llegaron al estacionamiento. En aquel entonces, en su pueblo todavía no aparecía el malandraje ni se conocían los estupefacientes, por eso el se confió que encontraría su carro sin ninguna novedad. Pero, se llevó la desagradable impresión. El carro estaba allí,… si, suspendido como por arte de magia, en cuatro botellas de familiar Pepsicola, sin los cuatro cauchos. No le quedó otra a Pedro Rafael, expresarse con unas de sus acostumbradas salidas y decir: ¡QUE HABILIDAD LA DE ESTA GENTE!.


2 comentarios:

  1. Jajajajajaj que buenos recuerdos!!!!

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  2. Fue un tubazo!!! Pedro Rafael se ganó el Javelin y luego lo negoció con el Dr. Eugenio Barreto "Geño"...pintoresca anecdota!!! Excelente Tito

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