viernes, 13 de abril de 2012

PANCHITO




Chamino estaba encariñado con su fiel amigo panchito, un cachorro de perro callejero, muy vivaraz que, por sus malcriadeces de todo perro a esa edad, lo convertían en su centro de atención y de diversión.


Eran tiempos donde Chamino vivía, por los lados de la calle Sucre en Cumana, en compañía de su hijo Alfredo.


Panchito, fue recogido por Chamino de la calle, y salvado posiblemente de una muerte segura. Era la mascota feliz,… hasta que un día, cuando ya estaba en plena madurez, se olvidaron de cerrar bien la puerta en la mañana, lo que le permitió, al rato después en su correteadera, salir de vuelta a la calle a explorarla.


Anduvo por aquí,… por allá. Largas horas merodeando por la ciudad. Hasta que sin darse cuenta se perdió. No encontró el camino de regreso a su casa.


Al llegar la noche, cuando Chamino y su hijo Alfredo retornaron al hogar, se encontraron con la puerta de la casa semi abierta. Al principio se asustaron. Creyeron que los habían hurtado. ¨Todavía no eran estos tiempos donde el hampa prolifera impunemente y se ha convertido en una política de Estado y del Gobierno. De haber sido hoy el evento, no encuentran ni la casa¨.



Después de revisar y ver que todo estaba en orden, se dan cuenta que faltaba panchito.


Salen a buscarlo por la ciudad. Recorren la Plaza Bolívar, Plaza Pinchincha,… por las orillas del Manzanares. Preguntan por aquí, por allá. Nada. Ni rastros de panchito.


Días estuvieron Chamino y Alfredo tratando de localizarlo pero no pudieron saber más de él. No sirvieron los avisos de prensa y radio que anunciaron su perdida y recompensa a quienes dieran noticias de su paradero.


Chamino, fue quien más lamentó la pérdida de su querido panchito, resignándose a no verlo nunca más.


Transcurrió el tiempo. Días. meses. Y una mañana, cuando estaba Chamino por el Tamarindo de Cumaná, mira que viene un desfile militar , con bombas y platillos, trompetas, trombones, …y delante del cortejo, muy orondo y alegre, para su mayor sorpresa y felicidad, viene panchito.


Chamino lleno de emoción y con lagrimas en los ojos lo llama, y el perrito al reconocerlo se le abalanza. Se abrazan.


El ejército había adoptado a panchito como mascota.


Y así es como Chamino lo recupera, sin antes decirle efusiva y cariñosamente una de sus ocurrencias: ¡Y cómo te íbamos a encontrar panchito, si te habían ¨reclutao¨ !.


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