domingo, 1 de abril de 2012

Citroën 11 Légère



El 19 de Marzo pasado, día de San José, día de los pepe y las pepitas, también se celebró el día del Empleado Universitario. Como se dice en criollo: pasó por debajo de la mesa.

Tito laboró en la Universidad de Oriente por casi 30 años. Aportó su granito de arena, en la luz que alumbra el camino, a aquellos que estudian y culminan una profesión. Grato es , cuando estando de visita en algunas ciudades del país o en Cumaná, lo han sorprendido con su saludo afectuoso, profesionista egresados de la UDO, que ni el recuerda ya, a los que en determinados momentos atendió en cumplimiento de sus funciones, facilitándoles material bibliográfico y, como frecuentemente lo hacía, sirviéndoles como referencista. Tantas veces que ha pasado pena porque no recuerda las caras, menos los nombres, de tantísima gente que les prestó sus servicios. Muchos trabajos de grado incorporados al acervo bibliográfico de la Biblioteca General de la Universidad de Oriente, lo mencionan en la parte de la dedicatoria y agradecimiento. Tampoco recuerda los nombres de quienes son esos autores profesionistas que lo honraron. Bueno, ese fue su deber, humildemente, en cumplimiento de sus funciones. Sin mayores alharacas, hoy jubilado, se siente orgulloso de haber cumplido con su misión en la Universidad de Oriente.


Cuando le toca ir a la institución donde laboró, el corazón se le acongoja cuando le asaltan tantos gratos recuerdos y vivencias.


Hoy Domingo de Ramos es el primer día de la Semana Santa, período donde se conmemoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Se inicia rememorando la Entrada de Jesús en Jerusalén.


Las ceremonias litúrgicas del Domingo de Ramos comienzan con la bendición de las palmas y ramas de olivo o laurel que llevan en sus manos los fieles, rememorando el pasaje evangélico.


Le viene a la memoria a Tito el Citroën, que hoy precisamente viene a saber que es una marca francesa.


Corría el año 1973-74 cuando a doña Nina se le ocurrió pedirle a don Edelberto Acuña , que le regalara un Vehículo marca Citroën, que tenia arrumado en el Pueblo de San Fernando. Muchas veces, cuando pasaba de visita por casa de Doña Nina, el como broma, comparaba los grandes focos del citroen con los enormes ojos de Doña Nina, esos con los cuales deslumbró en su juventud, en una noche oscura, para enamorar e illuminarle toda la vida, a Don Leopoldo Cipriano Palomo Espín.


El caso es que Edelberto, que estimaba mucho a la familia, sentimimiento que le era retribuido, le regaló el citroen a Doña Nina. Lo fueron a sacar de su triste abandono en la Hacienda de concho Perez en San Fernando. Su estado se parecía al de la foto. El material con el que antes hacían los carros, la corrosión dejaba las muelas en su fracasado intento de devorarlo, dejando solo su manto de oxidación en su vano intento. Así, en esas condiciones fue llevado por Antonio 9 años, que ya tenía como 22, y por Concho, a la Medicatura de Arenas. La alegría de los hijos de Nina, en especial Tito, no tenía límites. Inmediatamente se pusieron a la tarea de recuperarlo. Entre las mejoras fue llevado a un taller del INCE Cumanacoa para su latonería, pintura y adaptacion de los rines. El motor todavía estaba en buen estado. La caja de velocidad botaba la tercera, por no decir la segunda. Entre sus novedades es que este auto podía prender a manilla, tenía la palanca de velocidad en el tablero, las puertas delanteras abrían al revés, los limpia parabrisas en la parte de arriba, y su mayor innovación es que era de tripoides y tracción delantera.


En una época el Citroën fue para los hijos mayores de Doña Nina, un vehículo de diversión. Díganme cuando estos muchachos se fueron en el hacia Cumana, para la Universidad de Oriente, causando sorpresa a la ciudadanía cumanesa, y a los estudiantes y personal de la institución de la UDO.


Muchas tropelías y aventurillas cometieron los muchachos en el, hasta que le llegó la hora que no podía andar mas, debido al problema de la caja de velocidad. Se lo llevaron al central de Cumanacoa, el tío político Cruz José Gerardino, para ver si le podía hacer las piezas que le faltaban, y reparar la caja. Allí estuvo parado mucho tiempo, a la intemperie, soportando sol y lluvia, a la ansiada espera de la solución que no llegaba. Y así fue como un día, cobrando vida, animado por el Wolwagen Herbie, cojió carretera, y dicen que lo vieron un día, paseándose feliz y contento, por los lados de Maturín.


Años después, Tito echándose las cervecitas que los Ortiz, en Arenas, llegó José Fernando, el Hijo de Edelberto. Se saludaron cordialmente como familia que son. Tito sabia del rencor que arrastraba José Fernando por el regalo del Citroën que le hizo Edelberto a su madre. Nunca nadie pensó que José Fernando pasaría tanta rabia y guardaria tanto rencor, cuando su padre, quizás sin consultárselo, le hizo este obsequio a Doña Nina. Es necesario decir que no hubo mala fe, ni aprovechamiento, de ninguna de las partes.


José Fernando le pide a tito hablar a solas. Tito un poco receloso acepta y se alejan. Tienen esta conversación. José Fernando, con buenas palabras, le dice a Tito que le agradece que no salga mas con su padre. En ese tiempo Tito, que era un parrandero de los buenos, compartía bastante con Edelberto y Rolman Palomo su primo. Tito le pregunta el porqué, a lo que José Fernando le responde que ha oído decir a su padre, de unas morocotas que tiene, se las iba a regalar. Con toda sinceridad, Jose Fernando le manifiesta a Tito su envidia porque siente que su padre quiere más a Tito que a él , y ya antes dice que le había regalado el Citroen. Así que le pide que no salga mas con su padre. Tito le dijo que estaba bien y hasta se tomaron unas cervecitas.


Tito al otro día, piensa: Bueno, generalmente el no buscaba a Edelberto para parrandear sino que se encontraban de forma casuística, en un pueblo tan pequeño. Cumplir con la solicitud de José Fernando no le quitaba nada. Era su hijo. Asi que por un tiempo evitaría de salir con Edelberto. Hacer lo contrario sería una impertinencia. Tampoco podía decirle a Edelberto lo que pasaba con su hijo. ¿ quien sabe qué conflicto generaría esto?. Así pues, dejó de salir con Edelbert por un tiempo prudencial. Volvieron a compartir, casualmente, pero no como antes. Tito tampoco le aclaró a José Fernando que el Citroen no se lo habían regalado a el, sino a su madre. Claro, lo que pasa es que a tito, es a quien veían más tiempo manejándolo.


Si este Citroen hablara, muchas cosas contaría. Menos mal que un día, obstinado del destierro y el abandono, agarro sus macundales y se fue de aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario