Para que la cruz no me castigue por no haber podido ir a las fiestas, aquí dejó este cuento corregido como un homenaje.
EL BURRO VERDE MARUTÓN
¿Quién
o quiénes fueron los ociosos que pintaron de color verde el burro Marutón de
María Negro? No se sabe ni se supo la autoría. Las sospechas siempre recayeron
sobre los malcriados del pueblo de Arenas: Ñato, Eulogio, el Catire, Yerrito…
aquellos que eran capaces de tamaña ociosidad, que en el pueblo sobraban.
María
Negro amaba su noble animal de trabajo. Bien de madrugada se iba en transporte
público para Cumanacoa, que queda a
unos 4 km del pueblo de Río Arenas, para comprar vísceras y tripas de ganado.
Al regreso, lavaba el mondongo en el río del pueblo, llamado también Río Arenas.
Luego se iba cabalgando su burro para el pueblo vecino de Arenas, por la vía
principal. En su recorrido, sostenía equilibradamente en la cabeza la cesta
llena de vísceras y con un tabaco en la boca, los dos alegres, llegaban al
mercado del pueblo.
María
Negro era una mujer destemplada que no se medía en decirle en una metralleta de
palabras, cuatro cosas a cualquiera. No era fácil meterse con ella. Había que
tratarla con mucho cuidado. Claro, su vida tampoco fue fácil. En su puesto del
mercado, que quedaba donde hoy se ubica la prefectura y policía del pueblo, al
lado de los famosos Kicos, que toda su vida han “beneficiado” animales, curioso
nombre que le dan a la muerte de animales para desollarlos, destajarlos y
venderlos por presas. Me imagino a un cochino agradeciéndole el gesto a quien
le dio el palo cochinero. Un pollo mandándole un ramo de rosas a quien le
retorció el pescuezo.
En
los tantos puestos del mercado de Arenas, laboraban y ofrecían su mercancía:
María Negro, los Kicos y compañía… Pedro Enríquez, Vicente… Martina, la del
colmillo en la vagina.
Una mañana
que María Negro se prepara para su faena del día, no ve su burro en el fondo de
su humilde casa. Se asoma a la puerta y
recibe la gran sorpresa: su querido asno la estaba esperando vestido de verde,
con los cascos pintados de negro, una aureola amarilla le adornaba los ojos, el
maruto pintado de negro con rojo en la punta, y unos cuantas perolas amarradas
a su cola, para que el asustado burro, después de unos chaparrazos, huyera
hacia su conocido hogar.
El
burro había sido secuestrado entrada la noche. La pintura utilizada fue
acrílica con suficiente transparente, cosa que diera más brillo, secara rápido
y soportara mejor las inclemencias del tiempo. Un buen trabajo de latonería y
pintura que llevó pocas horas, porque no necesitó enmasillado ni lijadura, ni
tenía picaduras por ninguna parte… que se los digo yo.
Viendo
a su burro hermoso pero en tales condiciones, la bravura de María Negro, se
notaba en la llamarada de sus ojos resplandecientes. Su alarido de rabia se
escuchó en todo el valle montesino. Entró nuevamente a su casa. Esperó un buen
rato, mientras los habitantes del pueblo se iban reuniendo alrededor del asno.
Llegada la hora en que calculó era horario de trabajo oficial, se fue montada
en su onagro hasta la prefectura del pueblo de Arenas a denunciar el agravio
sufrido. Una multitud risueña la siguió entre Río Arenas y Arenas. La calentura
que tenía María Negro no tenía nombre. Más de 1000 grados centígrados. Puesta
la denuncia ante el prefecto, María Negro junto, con sus testigos y la gente que no paraba de reír,
entre palabrotas y su cargada metralleta que le enredaban la lengua y la furia que la embargaba, reclamaba
compensación a la humillación y castigo a los culpables, que por supuesto, nunca hallaron.
Total,
que María Negro se acostumbró a llevar su mondongo al mercado de Arenas montada
en su burro verde marutón, ante los asombrados ojos de los choferes y pasajeros
de los carros que pasaban por la vía nacional, que se paraban a ver asombrados
el original verde manzana de la bestia.
jejejejeje...que bueno tito....gran recuerdo del pueblo de arenas y su gentilicio
ResponderEliminarGracias josmary. Este es uno de los cuentos que está concursando en un concurso, valga si hay rebuznancia, convocado por la universidad de oriente , Núcleo de Sucre. Los cuentos (13) que mandé serán publicados en un libro digital conjuntamente con los que concursaron. Tengo además un libro por publicar que será digital, donde recojo restos cuentos, y otros, de personajes de nuestros pueblos. Un abrazo. juan carlos palomo, conocido en los bajos y altos fondos como tito.
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