Petronilo bajó de Cerro Periquito al pueblo de Arenas en busca de trabajo. Tenía días con la despensa vacía y en su bolsillo ya no le quedaba ni un centavo. Ofreció sus servicio de diversas formas y nada, porque el .- decía.- sabia hacer de todo. Ya caída la tarde visitando a una señora que negaba lo que pudiera ofrecerle: desde jardinería, plomería,…limpieza y aseo,…, se dio cuenta que la señora tenía unos cuadros que adornaban la pared y le dijo: señora, también soy pintor, y veo que usted no tiene la última cena. La verdad, la señora era muy católica y apreció la observación de Petronilo contratándolo para que le pintara esta famosa representación. El, que jamás en su vida había sido pintor, se las ingenió para cumplir con el pacto. Su necesidad era tal que amaneció trabajando en la obra. Fue temprano a casa de la doña a entregarsela y cobrar el precio acordado. Al ver el cuadro, a la comitente no le gustó la obra. Buscaba argumentos de que agarrarse y, le daba vueltas para negarse y disolver lo convenido. Lo cierto es que la pintura si a eso se le podía llamar, estaba hecha de una forma tan ordinaria que cualquiera que ni supiera de arte, le parecería una burda representación de la última cena. Al fin la señora explotó al encontrar un elemento que la sacaría del compromiso, y le dijo a Petronilo: ¨No te puedo pagar porque esa pintura esta mala, así no es la última cena porque eran doce los apostoles, y en tu pintura hay 13¨. Si se piensa que este argumento podría derrotar a Petronilo mayor equivocación, porque el le respondió sin pensarlo dos veces: ¨ No se preocupe doña, que ese que sobra, come y se va ahorita¨.
Cesar ¨El Pollo¨ me lo encontré por los lados de la gobernación ayer y me contó esta anecdota. Andaba con mi hijo Juan David que estaba de cumpleaños.
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