miércoles, 30 de abril de 2014

MARCOLINA


Ya el día de las fiestas de Arenas esta a las puertas. Me había propuesto como homenaje entregar ese día un cd que contiene una selección de cuentos relacionados con  personajes de los pueblos hermanos y morochos de arenas y rio arenas. No se si podre cumplir aunque la selección y revisión esta hecha por mi amigo Lic. Rubén Guerra, Coordinador de publicaciones de la udo núcleo de sucre. Como muestra les dejo este cuento de marcolina.
 
marcolina
 
Nene y Tito, los primeros de siete hermanos, por lo cercano de la edad de ambos (apenas un año de diferencia) compartían muchas cosas: ropa, zapatos, juegos, juguetes, patines… sueños, deseos, alegrías, peleas, discusiones, pescozones, cogotazos, regaños… hasta las responsabilidades del hogar. Tanto se apreciaban que su abuelo Pedro, carpintero de profesión, les hizo un escritorio morocho. A esas edades de muchachos, de sueños y deseos compartidos, había uno que anhelaban en común… y un día de improviso se les cumplió. La llegada de Marcolina a su casa, traída de la mano de su padre, representó para ellos una alegría infinita. Ella, de nombre insólito, estaba dotada de ciertos atributos originales que la hacían diferente y deseada por los demás. No se sabe con certeza quién de los dos fue el primero que estuvo íntimamente con ella. El disfrutar de su compañía era lo máximo. Salir con Marcolina a pasear por el pueblo de día o en las noches recibiendo el aire en el rostro, era fantástico. Ir abrazados de compras a la bodega era un encanto. Este amor dividido no duró eternamente porque, por ley natural, Nene y Tito pretendían tenerla para sí. Si a ella la hubiesen puesto a escoger entre sus dos atentos novicios y adorados amantes, posiblemente no sabría a quién elegir, entre estos ejemplares de “buenos muchachos”. Al fin, lo que se esperaba venir. Llegó el amargo día. Sabiendo ya los pretendientes de este amor imposible (que no sabe lo que quiere, ni puede escoger) decidieron, sin peleas inútiles, en un acuerdo tácito, portarse con ella con una indiferencia total.  Tampoco se conoce quien de los dos fue que la dejó al “descuido”, triste y abandonada a su suerte, en una de las tantas esquinas del pueblo. Se dice que en la bodega de los Ortiz. Allí tuvo su primera cita, convirtiéndose Marcolina en la hetaria del pueblo de Arenas. Todos: muchachos, jóvenes y viejos la cogían, muchas veces, bajo la indiferente e indolente mirada de Nene y Tito, que veían cómo se la llevaban a cualquier parte, y después de satisfechas sus ganas, la dejaban tirada en algún recóndito lugar. ¡Cómo sufría la pobre!
Con el correr de los meses sus cualidades, una por una, se fueron perdiendo, como las viejas o viejos, que con los años pierden los dientes y se les deteriora la piel. Como el rosal que se marchita en el otoño, pero esta vez, para no florecer. Como perfume que se difuminó en el viento para más nunca volver.  La edad de la vejez también es hermosa y tiene su placer, pero no para Marcolina, que su prematura vejez se debía al maltrato, al abuso y al descuido. Se llegó el tiempo, que perdió lo último que le quedaba: la vergüenza. Todo parecía haber acabado para ella. Como todas las cosas que suceden en la vida, tuvo su final.
¡Qué diferencia!, ¡No tenía comparación!, ella apareció la primera vez tan radiante, tan elegante, tan dotada y bellamente rústica, cuando el padre de Nene y Tito se las regaló aquel día. Fue una hermosa bicicleta de reparto, full equipo, con parrillera delantera y trasera, y luces incorporadas. Ahora de ella sólo quedaba el cuadro pelado, lo único que Nene y Tito se dignaron a rescatar, para luego dejarlo arrinconado en un lugar de su casa. Al parecer sus esperanzas se habían perdido y… sucedió el milagro. Un famoso corredor de bicicletas llamado Freddy, del pueblo de Río Arenas, se enamoró de lo único que se tenía bueno de ella, porque era un cuadro de aluminio, y se los compró. Lo dotó de nuevos y renovados trajes que ya no parecía Marcolina sino mas bien… ¿Marcolino? ¡No!  Miss Marcolina por lo coqueta y bien arreglada que quedó. 
Con su alma transformada y un diestro y mejor amante que la montara, regocijado vi, junto a mi hermano Nene, cómo conquistó un hermoso trofeo, en la primera competencia de ciclismo que participó.
 
 
 

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